lunes

El maravilloso milagro de la vida

Salir corriendo al hospital no es una tarea sencilla y depende mucho del tipo de especie masculina que tengas al lado y de vos. Si te agarra como a mi en medio de la noche, lo primero es cambiarse, porque no vas a salir en pijama. Y vestirse para ninguna mujer es sencillo imaginate lo que me costo elegir el modelito para ir a conocer a mi descendencia. Todo eso mientras mi marido corría por la casa como un loco con el bolso en la mano, el celular y las llaves del auto en la otra. Nunca lo vi manejar tan mal una mezcla de corredor de fórmula uno que cuando se percataba de que cada pozo que agarraba me mataba empezaba a manejar como un jubilado. Llegamos, típicos controles de rutina y yo sin dilatar, cuando solo soñaba con que me dieran algo que me calme el dolor de las contracciones.

No se si fue la insistencia de las enfermeras en que no hay nada ¨hasta que no dilates mas¨, pero lo conseguí mas rápido de lo que imaginé. En el medio de los dolores el gordo jugando con el celular y la camarita, sacándose fotos y lo peor filmándome a mi cada vez que venía una contracción. Fue mágico como una vez que dilaté de golpe todos alrededor corrían preparando el instrumental para recibir a la visita que llegaba para quedarse. Confesión: me entró pánico, no sabía lo que estaba haciendo ni si estaba preparada para lo que venía, mientras lo miraba a mi marido fascinado como un chico con todo lo que estaba pasando.

Cuando el doctor me pidió que pujara me olvide de todo lo que había aprendido, él y mi marido me recordaban las respiraciones pero yo no hacia mas que temblar y pujar como podía. Muy mala alumna, me decía para tratar de relajarme, pero les juro que todo lo que estaba pasando me daba miedo. De repente pude ver que mi marido se había instalado al lado del doctor y estaba viendo todo en platea preferencial y me lo relataba con lujo de detalles para calmarme. Mi bebe que logro asomarse, pero volvió a meterse. Que turro, tan chiquito y ya jugando a las escondidas. Al siguiente pujo salió en serio. Cuando lo sacaron y lo apoyaron en mi vientre no podía tocarlo. Lo conocía de hacia nueve meses pero no entendía como esa cosita tan perfectita, chiquita y morada había salido de mi. Lloraba de emoción y de terror. Ya me había convertido en mamá, pero de repente no tenia idea de que significaba eso. Era como un milagro y mi marido enloquecido, mirándolo, mirándome, besándonos y diciéndoles a todas las enfermeras que era igualito a él.

1 comentario:

Entiterados dijo...

Hola MAriel
todavía estoy llorando después de leer el día que nació yu Jere, me mataste de ternura.
Roxana

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